El gran comunicador

Todos tendemos a pensar que somos bastante buenos al comunicarnos. La verdad es que incluso los que teóricamente somos buenos comunicadores no somos tan buenos como creemos. Esta sobrestimación de nuestra capacidad aumenta cuando interactuamos con personas cercanas, ya que hacemos suposiciones sobre lo que entienden, presunciones que no nos atrevemos a hacer con extraños. Los psicólogos lo denominan “prejuicio de comunicación de cercanía”.

Según Travis Bradberry, la comunicación es el verdadero trabajo del liderazgo. Usted no puede convertirse en un gran líder hasta que sea un gran comunicador. Los grandes comunicadores inspiran a la gente. Crean una conexión real, emocional y personal. El mayor problema en la comunicación es la ilusión de que ha tenido lugar. Hay estrategias que ayudan a superar los obstáculos al comunicarnos:

Hable en grupo como si hablase con individuos. Ya sea en una reunión de equipo o de toda la compañía, necesita desarrollar un nivel de intimidad que haga que cada persona en la sala se sienta como si estuviera hablando directamente con ella. El truco es eliminar la distracción de la multitud para que pueda lanzar su mensaje como si estuviera hablando con una sola persona. Sea emocionalmente genuino y desprenda los mismos sentimientos, energía y atención que en una charla personal (en oposición a la ansiedad de estar frente a un auditorio).

Hable para que la gente le escuche. Los grandes comunicadores leen a su audiencia (grupos e individuos) con cuidado para asegurarse de que no se pierde la atención en un mensaje que las personas no están listas para escuchar. Ajuste su mensaje sobre la marcha para quedarse con su público. Darse prisa para asegurarse de haber dicho lo que quería no tiene el mismo efecto en las personas que involucrarlas en un diálogo significativo en el que haya un intercambio de ideas. Cuando su conversación hace que la gente haga buenas preguntas, está en el camino correcto.

Hablar es una necesidad, escuchar es un arte. Una de las tentaciones más desastrosas para un líder es tratar la comunicación como una calle de sentido único. Brinde a las personas la oportunidad de decir lo que piensan. Si suele tener la última palabra en las conversaciones, es probable que deba aprender a escuchar de verdad.

Escuchar no va sólo de palabras, también se trata de escuchar el tono, la velocidad y el volumen de la voz. Lo más importante es escuchar lo que no se dice. ¿Qué mensajes ocultos existen? Cuando alguien le hable, detenga todo lo demás y escuche atentamente hasta que la otra persona haya terminado. Cuando esté atendiendo una llamada telefónica, no escriba un correo electrónico. Cuando se encuentre con alguien, cierre la puerta y siéntese cerca para enfocarse y escuchar. Comportamientos simples como éstos le ayudarán a mantenerse en el momento presente, retomar las señales que envía la otra persona y dejar claro que realmente va a escuchar.

La escucha debe ser activa: pase más tiempo escuchando que hablando, no responda preguntas con preguntas, evite terminar las frases de los demás, concéntrese más en la otra persona que en usted mismo, escuche para entender y no para responder, haga muchas preguntas, no interrumpa, y no tome notas.

Conéctese emocionalmente. Maya Angelou lo dijo así: «La gente olvidará lo que dijiste, incluso lo que hiciste, pero nunca olvidará cómo la hiciste sentir». La comunicación es inútil si las personas no se conectan a nivel emocional. Para muchos líderes es difícil lograrlo porque sienten que deben proyectar personalidad. Olvídese de eso, sea transparente y humano. Muéstreles lo que le motiva. Exprese estos sentimientos abiertamente y forjará conexión emocional.

Lea el lenguaje corporal. Su autoridad dificulta que las personas digan lo que realmente piensan. No importa cuán buena relación tenga con sus colaboradores, se está engañando si cree que son tan abiertos con usted como lo son con sus pares. Debe convertirse en un experto en entender los mensajes no hablados. La mayor riqueza de información se encuentra en el lenguaje corporal. Preste tanta atención a lo que no se dice como a lo que se dice y descubrirá opiniones que las personas no se atreven a expresar directamente.